viernes, 17 de septiembre de 2010

La responsabilidad de educar entre toda la Comunidad

La familia y la escuela actuales están llamadas a relacionarse y a entenderse. Numerosas investigaciones han puesto de manifiesto los beneficios que unas buenas relaciones entre ellas tienen en el desarrollo y aprendizaje del alumnado, así como en el trabajo de los docentes y en la implicación de la familia. No obstante, a veces el entendimiento mutuo se complica.


Los cambios sociales en las familias han contribuido también a delegar la responsabilidad de algunas funciones educativas primarias al centro educativo. Frente a esta tendencia, los nuevos enfoques apelan a planteamientos comunitarios, articulando la acción educativa escolar con otros ámbitos sociales y/o acometiendo acciones paralelas. Partimos de que nuestra sociedad es muy compleja: cambios vertiginosos que en ocasiones son difíciles de asimilar en tan poco tiempo, la incorporación de la mujer al mundo laboral (frente a la no incorporación del hombre al hogar, en muchos casos) que complica la convivencia y la conciliación familiar; avances tanto pedagógicos como tecnológicos que sitúan a muchas familias sobre todo de “culturas minoritarias” o en riesgo de exclusión social, al borde del analfabetismo con respecto a lo que aprenden sus hijos; además, no podemos dejar de lado la influencia de los medios de comunicación... Así, hasta un sinfín de cambios que se nos presentan, en muchos casos, como barreras que dificultan una adecuada relación escuela-comunidad.


Actualmente, el escenario de enseñanza aprendizaje ha cambiado ostensiblemente; nos encontramos demandando a la escuela una serie de procedimientos y destrezas anteriormente inimaginables, porque los protagonistas del aprendizaje, los niños, niñas y jóvenes actuales, nada tienen que ver con las generaciones anteriores, debido, entre otras cosas, a los estímulo que reciben por otros canales que la institución escolar persiste en ignorar.


Por otro lado, los retos sociales a los que estamos sujetos los educadores pueden, en muchos casos, someternos a tensiones que solos no nos es posible superar; únicamente mediante la cooperación entre familia y escuela podremos avanzar en el camino de una formación adecuada a las demandas de un siglo marcado por la información y el conocimiento.


En la educación actual se parte de un modelo en el que la participación y la implicación de los niños y las niñas son ejes clave para lograr una competencia personal que debe ponerse en evidencia allí donde esté la persona a lo largo de su vida. En suma, estamos hablando de una escuela activa, participativa, reflexiva y actualizada; una escuela como instrumento de inclusión social.


Centrándonos en las funciones que nos conciernen como profesionales de la Psicopedagogía, la orientación familiar constituyen, junto con otras competencias propias del psicopedagogo, un campo de actuación desde la intervención familiar. El psicopedagogo, al igual que el resto de profesionales que dirigen sus esfuerzos hacia el ser humano, ha de saber adecuar su formación y preparación para poder formar parte de equipos interdisciplinares.


Y es que dada la complejidad de las circunstancias y realidades que caracterizan a la familia actual, se hace necesaria una intervención desde equipos multidisciplinares capaces de ofrecer el apoyo profesional que pueda dar respuesta a las necesidades que presentan las familias. En este sentido, los profesionales que componen el equipo psicopedagógico tienen un protagonismo fundamental en el proceso de fomentar esa colaboración de la familia; es decir, han de ser mediadores entre la familia, el profesorado y el alumnado. Es aquí donde debemos crear y llevar a la práctica propuestas innovadoras que fomenten una verdadera participación y cooperación de la familia en y con la escuela; sin olvidar los planes de formación del profesorado para que éstos adquieran conocimientos, habilidades y actitudes adecuadas y puedan responder tanto a las necesidades del alumnado como de la familia.


Por citar una de las propuestas que está de moda, las nuevas tecnologías de la información y comunicación constituyen formas novedosas de comunicación entre la familia y la escuela, que permiten un contacto, aunque virtual, más constante y actualizado entre una y otra. Evidentemente esto queda limitado a aquellos hogares que cuentan con este recurso. Todo ello, teniendo en cuenta las dificultades que nos encontramos a la hora de llevarlo a la práctica, fundamentalmente en los centros del extrarradio de la ciudad, es decir, donde una parte notable de la población tiene dificultades de acceso a las nuevas tecnologías y tienen escasa o nula formación.


En definitiva, es imprescindible promover un debate conjunto entre ambas instituciones que posibilite el acercamiento entre ellas y que favorezca un clima de confianza que repercuta en beneficio de la educación del alumnado, profesorado y de la familia, en definitiva, de toda la comunidad. Creemos que la familia es el presente y el futuro de la generación, por lo que se hace necesario pensar y, sobre todo, actuar para ayudarla a que se desarrolle, no de forma paralela, sino cogida de la mano con la escuela.


Un aspecto importante que debemos considerar a la hora de comprender el tipo de relación que desde el centro se establece con las familias tiene que ver con la reflexión en torno a qué estamos haciendo desde la escuela y si responde a nuestros objetivos. Por ello, terminamos planteando una serie de interrogantes que nos invitan a reflexionar: ¿hemos establecido en la planificación de centro los objetivos y ámbitos concretos de participación de las familias?; ¿qué hacemos en el centro para favorecer esta participación?; ¿qué barreras tenemos que la dificultan?; ¿poseemos (maestros y orientadores) la suficiente formación para fomentar la participación familiar?; ¿cuáles son los facilitadores que tenemos disponibles?; ¿disponemos de espacio y tiempo para el diálogo?; ¿les ofrecemos alternativas de formación para que puedan educar a sus hijos e hijas? ...


Farah Mohamed Chaib

Asociación Psicopedagógica de Ceuta

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